jueves, 24 de marzo de 2011

ANA

Sabia poco de derechos y justicias, quizá porque me enseñe a transitar de un extremo a otro disfrutando el camino solitario de la tolerancia, mientras los demás se abarrotaban en las puntas, anhelando justicia, exigiendo derechos, acumulando odios y rencores como quien atesora libros preciados que nunca deseara perder.

El zaguán, era corto no medía mas de 3 metros, abierto a la calle, lleno de telarañas extrañas que tejían inmensas redes donde anidaban toda clase de bichos disecados que encontraron su ultima morada al ser devorados por estas preciosas criaturas, símbolo de miedos y mala suerte para las gentes.
Llegue allí porque lo había añorado cada tarde que ella me daba platas en el parque y yo sabía que tenía que ir a su casa a saciar sus deseos mundanos y ninfómanos, escuchar sus palabras vacías intentando dibujarme placeres desconocidos mientras sus manos torpes viajaban por mi geografía recién inventada, frágil pero fuerte e impenetrable a sus creencias.

El primer día fue el menos difícil, quizá porque sabía que iba a pasar, lo había repasado varias veces en casa de Ana cuando me contaba las historias de sus hermanas y especialmente de su tía Elena , la que le pagaba el estudio y le daba para las pinturas. ¨Platas de putos que se acuestan con ella¨.

La cosa es fácil me decía Ana mientras se desnudaba con su escasos años para mostrarme sus partes ¨no te vas a asustar, todas tenemos las mismas cosas, mira, toca, 2 tetas y un pan. Pero exígele que se bañe y se unte perfume¨. Hablaba como experta.  ¨entraste a anatomía? Le preguntaste a la maestra, que te dijo, que si?¨  le sonreía mientras la miraba con el único deseo por el que hubiera matado si fuera necesario, un beso, uno, aunque sabía que nunca sería.

Entre por el lado de la cañada, sentí temor de Don Luis, su marido que tenía una tienda justo en la esquina de la calle real, allí conocí el zaguán, lleno de arañas, me detuve un ratico pero seguí porque ella estaba en la puerta ansiosa esperando mi llegada.  ¨Entra rápido que te pueden ver¨ , no me apure, la verdad no me emocionaba entrar, no como contaban mis amigos en los primeros días cuando descubrimos como conseguir pesos para comprar helados y llevarle tarjetas a las novias que no nos daban besos ¨porque es pecado¨.

No se si la casa estaba bonita porque me esperaba o simplemente tenia buen gusto, lozas finas y sillas de muebles traídos de Pereira, ¨no creas, al viejo no le gusta lo barato, es madera de la mejor¨ me tomo la mano y me llevó a la cocina para darme jugo que no pude saborear como los jugos de guanábana que hacíamos en casa, porque se me tiro encima a revolcarme el pelo y a besarme el cuello, y se rió cuando el vaso calló al suelo, se rego el jugo y me salpico las piernas desnudas porque iba en pantalones de kakis cortos.

Se sorprendió mucho cuando me volví y le dije ¨quiero que se bañe y se unte perfume, pero finos que le compra su marido porque me fastidia el pachulí de prostitutas¨  ¨Como ordenes su majestad, es mas, voy a estrenar uno que me regaló mi hermana, lo trajo de Paris, sabes donde es París¨ ¨si yo se donde es París¨, la acompañé al baño y la vi desnudarse.

En ese momento supe que Ana me gustaba y que era con ella que quería hacer lo que pasaría después del baño, no reparé en su piel gastada por los años, cicatrizada por las muchas veces que Don Luis le pegó ¨por andar revolcándose en todas partes¨, tampoco vi esa cicatriz que tenía en la pantorrilla que parecía una serpiente tatuada. 

No, en vez de eso, vi la piel suave de bebe, rosadita y alegre de Ana, vi sus pezones de rosado mas oscuro que parecían prestos a estallar siempre. Entonces pensé que la desnudez era algo muy natural, no era sucio como pensaba mi abuela, recordé las muchas veces que Ana se vestía delante mío mientras yo le tomaba lecciones de geografía o le leía la ciudad y los perros para su clase de español ¨pelucita, si fueras mayor, serías el mejor profesor que hubiera, a chucho no le entiendo nada y a vos todo.¨ decía, mientras se secaba del baño y se ponía sus cucos blancos ¨porque no quiero que las pecas me manchen la piel. No ves que soy muy blanca

Lo que pasó después, creo que está sublimado en mi mente por la brutalidad con que paso, solo fueron 17 minutos en que sus manos destrozaron mi inocencia, y su boca tocaba partes que nunca pensé pudiese ser.   Ni su mirada morbosa que traspasaba mis pensamientos y salía al otro lado sin detenerse a pensar que no quería hacerlo. Pero pasaron, 1 a 1 con todos sus 60 segundos sin tregua, hasta que le dije, ¨pare, se le acabo su plata¨ esta vez en singular, porque cuando se tiró al armario a sacar mas, yo estaba vestido en la puerta despidiéndome sin darle tiempo a que me cogiera la mano y me tirara de nuevo a la cama.  ¨hasta luego señora, ojala no quede embarazada¨ ¨espera… espera, ya entendí… no te vallas, espera.¨ me puse detrás del mueble de la sala y la miré a los ojos, entonces la vi llorar y caer al suelo.  Sentí  lastima, volvía a pensar en Ana cuando me buscaba para que la acompañara al parque de las pulgas, allá donde nadie va y se ponía a llorar hasta que yo la abrazaba y le secaba sus lagrimas y me contaba las cosas horribles que pasaban en su casa.

Esta vez no la abrace… solo no me fui, me quede mirándola y espere que llorara.  ¨te va a sonar extraño mi niño, pero nunca ningún hombre ha sido tan amable como tú y se porque te quieres ir, no te voy a detener, entiendo que te hice daño pero yo se como recompensarte, le voy a decir a Luis que me contrataste para refuerzos de matemáticas, así podrás entrar cuando quieras por la puerta del frente, como te mereces, y te voy a enseñar como se trata a las mujeres, para que seas muy feliz en la vida.¨  no se que significaba entonces, la deje allí con sus lagrimas, desnuda en medio de la sala y salí por la puerta de enfrente, subí hasta la esquina y entre a comprar suspiros en la tienda de Don Luis, pagándolos con su propia plata.

Los días siguientes, fueron mas difíciles, ella siempre me engañaba para terminar tirados en cualquier rincón obligándome a que la amara sin amarla, y muchas veces, tuvo que esperar ratos largos a que mis partes se acomodaran para poder hacerlo. 

Siempre fue muy amable y nunca me volvió a tratar como la primera vez, me enseñó muchos libros y aprendí cosas que yo le decía a Ana que porque no practicábamos y ella se reía ¨pelucita no jodas, yo te amo es que no podes entender eso?¨ y me besaba en la mejilla y me dejaba quedarme dormido en su cama abrazados ¨pero nunca me toques nada, aunque este dormida porque después me doy cuenta, no vez que soy muy blanca?¨

Esa tarde subí corriendo hasta la casa de Ana y le dije, ¨tomatico, ya no tengo que volver nunca mas donde la bruja, Don Luis me dio el trabajo me pagará para que le lleve los mercados al barrio de ricos y mañana me va a comprar la carreta¨  abrió sus ojos negros profundos como la noche mas oscura y desató su cabellera larga hasta las nalgas, me tomó la cara con las dos manos y me dio un beso mitad cachetes y mitad boca. ¨pelucita, te amo¨. 

Corrí hasta la casa de la bruja, empuje la puerta y la busque en la cocina pero cuando volvía a la sala, estaba parada en la puerta, recostada contra la aldaba, ¨te dieron el trabajo, yo se, Luis me dijo que si¨ y entonces vi sus ojos tan ansiosos como la primera vez, sentí miedo, saque la lengua y recorrí el medio beso de Ana, saboree sus babitas ya resecas y estuve dispuesto a morir si fuese necesario, pero no las dejaría escapar en los labios de nadie, las dejaría allí tatuadas para siempre.

Entonces, salte al patio y salí corriendo, me acordé del zaguán que daba a a la calle, sabía que ella no me entendería, que Ana me amaba aunque no se dejara tocar, que ella tenía en sus ojos guardados muchos dolores, pero su piel y su alma estaban vírgenes y así estarían hasta que llegara el amor de su vida.

El zaguán, era corto no medía mas de 3 metros, abierto a la calle, lleno de telarañas extrañas que tejían inmensas redes donde anidaban toda clase de bichos disecados que encontraron su ultima morada al ser devorados por estas preciosas criaturas, símbolo de miedos y mala suerte para las gentes y ese día tendrían que empezar de nuevo a tejer, porque en mi carrera me las pegue todas a mi cuerpo.

Ana se rió y me quitó la ropa para que me bañara, como hacia cada que llegaba las otras tardes y nos repartíamos la plata. Entonces, desnudo así, lleno de telarañas, la tome con dulzura y le di un beso completo, la miré y le dije: ¨Ana, te amo¨ Ella sonrió, y me dijo ¨yo lo se mi pelusita, siempre lo he sabido¨.